Aproximación
al caso de Managua como fenómeno paradigmático del Tercer Mundo
Dr. Norbert-Bertrand Barbe
"De la naturaleza de las cantidades negativas
se sigue que se han de calcular al reves de las positivas; quiero decir, que
quando ocurra sumar una cantidad negativa con otra positiva, se ha de
restar aquella de esta; porque si quiero sacar lo que suman las deudas de un
hombre con su caudal, he de rebajar aquellas de este; si quiero restar una
cantidad negativa de otra positiva, he de sumar aquella con esta;
porque rebajar o quitar deudas a uno es aumentar su caudal , es darle dinero."
(Benito
Bails, Principios de matemática de la
Real academia de San Fernando, Madrid, En la imprenta de la viuda de
Ibarra, 1788, T. I, pp. 16-17)
Managua
como capital permite modelizar una serie de conceptos que, rápidamente,
queremos enumerar:
A.
Managua como ciudad efímera
1.
Es una ciudad de lo efímero, su esencia
parte de una serie de objetos urbanos construidos "para mientras", en distintas épocas: en 1968 las instalaciones
de la UNAN, que debían dar lugar a una gran comunidad universitaria del tipo de
la San Carlos de Guatemala, lo cuál nunca se dio; los hospitales, después del
terremoto, Manolo Morales, Lenin Fonseca y Berta Calderón; finalmente, los
pabellones de la UNI creados en los años 1980, cuando se trasladó[1];
2.
La razón probable de esta efimeridad
volviéndose permanente, además de las causas obvias que son el terremoto de
1972 y la guerra, es sin duda que nunca Managua (fundada en 1819, mientras León
y Granada fueron fundada en 1524) fue una capital como tal, es decir con
historia capital, a diferencia de la mayoría de las grandes ciudades del mundo
(de París, de origen medieval, a New York, punto a la vez de llegada y de
partida de la conquista y el desarrollo estadounidense), Managua fue elegida
tardíamente como capital, como un mal menor (en 1852), para evitar, sin embargo
sin éxito, los pleitos entre conservadores y liberales, entre granadinos y leoneses; disputa que siguió,
bajo el amparo de la literatura, entre los postmodernistas leoneses, que son
los Tres Grandes, discípulos del también leonés maestro Darío, y los
vanguardistas granadinos, encabezados por José Coronel Urtecho y Pablo Antonio
Cuadra; esta situación de ciudad intermedia entre las grandes ciudades explica
sin duda que la comunidad intelectual nacional se haya ubicado no en Managua,
como ciudad capital, pero entre las dos ciudades enemigas, tanto en el tiempo
de Zelaya, cuyos intelectuales más notables fueron los leoneses José Gaméz y
Arán Sivia, y el masaya Jerónimo Pérez[2],
hasta los años de los inicios de la lucha antisomocistas, ubicada en la
comunidad universitaria de León, con el Rector de la Universidad Mariano
Fiallos Gil y el fundador del FSLN Carlos Fonseca, que se casó en marzo de 1965
en León con María Haydée, cuya familia, disidente liberal, poseía la Editorial
Antorcha[3]; esta
condición de ciudad tercera se siente también a nivel arquitectónico en el
hecho de que, mientras en esta capital sustituta se levantaron edificios
efímeros que nunca lograron a ser sustituidos, en 1975 se edifica formalmente en
León el Campus Médico;
B.
Managua como ciudad del recuerdo
3.
Los dos terremotos de Managua, de 1931 y
de 1972, particularmente este último, condicionaron sin duda, como ya lo
evocamos, esta situación de efimeridad de la capital; así la canción de jazz
"Managua, Nicaragua" (1946)
por Albert Gamse (letra) y Irving Fields (música), mejor venta de enero (en la
versión de Freddy Martin para RCA Victor Records), febrero (en la de Guy
Lombardo para Decca Records) y marzo (en la de Kay Kyser para Columbia Records)
de 1947, quedándose once semanas en el Hit Parade según el Billboard Magazine,
canción que aparece en la película clásica The
Third Man[4]
(1949, Carol Reed), no representa sino una evocación de una ciudad
pre-terremoto, dentro de un contexto de ocupación norteamericana; sin embargo,
esta condición de ciudad desconstruida, permanente recordatorio de un tiempo
pasado, y de posibilidades jamás reencontradas se expresa tanto en la
literatura (en particular en la novela Un
Sol sobre Managua de Erick Aguirre), como en las distintas Bienales de
Artes Plásticas, en las que, de 2006 (con Maurica Mejía y Patricia Belli) hasta
2014 (con Alejandro de la Guerra, Milena García, Raúl Quintanilla, y Ernesto
Salmerón), el uso y re-uso - para no decir el abuso - de los escombros como
símbolo del tiempo pasado ha llegado a ser un lugar común, asombrosamente
siempre premiado sin aparentemente que nunca canse a los jurados extranjeros (sin duda porque corresponde a la impresión
que les da la capital a los viajeros, por ende a los jurados, cuando llegan por
primera vez);
4. Por
ende, Managua llega a ser una ciudad literaria, de vivencia idealizadas, desde Los cuentos pinoleros de Adolfo Calero
Orozco, que ofrecen una visión de una Managua naciendo, todavía como pequeña ciudad pueblerina, en 1944 (año
de la publicación del libro por la editorial Nuevos Horizontes), hasta la
Managua de Los monos de San Telmo de
Lizandro Chávez Alfaro (publicado en La Habana en 1963, y que, este mismo año
recibió el Premio Casa de las Américas de Cuba), muy similar a la actual, con
sus buseros alocados, pero distinta en cuanto es una ciudad construida,
centralizada, como la actual San José de Costa-Rica, los cuentos de Juan Aburto
(en El convivio, 1975; Se alquilan cuartos, del mismo año; Los
desaparecidos, 1981; y Prosa narrativa, 1985), que enfatizan
aún en los años 1970 esta Managua dual, de pequeño pueblo queriendo llegar a
ser una ciudad grande, para llegar a la Managua de las pandillas y el alboroto
de las noches de fin de semana en Managua
Salsa City (¡Devórame otra vez!) de
1999 (Premio Rogelio Sinán de Panamá)
por el guatemalteco radicado en Nicaragua Franz Galich, novela por cierto cuyo
guión es una variante de las películas norteamericanas de los años 1980, su
héroe principal siendo un tipo de Rambo antiguo militar sobredotado; ya lo
vemos, esta Managua se aleja bastante de la realidad desconstruida actual,
evocada, por metonimia a través de las piedras sueltas, por la plástica
nacional con tanta insistencia, sin duda también dentro de una ideología de
masa relacionada con la figura-símbolo de Andrés Castro, la piedra
representando en ambos casos (la gesta del héroe nacional y la evocación
capital de la plástica nicaragüense) a la pobreza del país y sus habitantes de
la principal urbe (otra influencia sin duda entre la plástica actual de la
orientación falsamente arquitectónica, además de la profesión de arquitecto de
sus principales representantes como Raúl Quintanilla o Marco Agudelo, es la
introducción en los años 1990-2000 por Óscar Rivas, graduado de la FARQ-UNI, de
temas de nuestra disciplina, como los sistemas de simbología eléctrica e
hidráulica de los planos constructivos, o los ortofotomapas);
5. En
este contexto son más descriptivos tanto de una realidad que de la añoranza del
pasado perdido los libros Vida y Amores
de Alonso Palomino (1994) de Carlos Alemán Ocampo, historia de un
provinciano llegando a la capital de antes del terremoto, y Un Sol
sobre Managua de Aguirre, donde:
"...
dos jóvenes periodistas del diario La
Noticia, Joaquín Medina y Carlos Vargas, evocan con otros personajes la Managua
del pasado, la que existía antes de los terremotos devastadores de 1931 y 1972,
la que resistió a la dictadura de Somoza que ordenó la masacre de la avenida
Roosevelt en 1967 y el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro en 1978, la que
creyó y dejó de creer en la revolución sandinista. Asimismo, discuten sobre
poetas, ideas e ideologías, reflexionando acerca de la cultura nacional.
La imagen de Managua que se
desprende de todas esas conversaciones es la de una ciudad destruida demasiadas
veces, desintegrada geográfica e identitariamente, una ciudad por lo demás
desencantada por convulsiones que no sólo fueron telúricas sino también
políticas, una ciudad que parece haber sufrido mil y una muertes y de la que
uno puede preguntarse si sigue viva. En esa novela memorial, que bien podría
titularse «Hacia la ciudad recobrada», Erick Aguirre sale en busca de Managua,
del managua, de su identidad perdida, procurando reconstruir, por encima de las
ruinas, un espacio de vida.
Entre terremotos y caos: una ciudad
desintegrada
Un sol sobre Managua describe una
ciudad que parece ya no existir, una ciudad destruida y vuelta a destruir, como
si la geografía y la Historia se hubiesen encarnizado en Managua. Una geografía
inhóspita, de «crueles y sórdidos paisajes» (31), la rodea y la constituye, sea
ese «lago fecal» (255), que asocia un elemento tan purificador y fértil como el
agua con lo sucio y malsano; sea el altivo y grandioso volcán Momotombo, «
protagonista y testigo de seculares desgracias, de éxodos y cataclismos…» (31),
lo cual hace eco a la frase «se repiten infinitamente las guerras, los
terremotos, las erupciones volcánicas» (18), como si la muerte y la desgracia
en Managua fuesen ley de Historia.
Es mediante la memoria de don
Evenor Salinas, abuelo de Vargas —siendo este último una suerte de alter ego de
Erick Aguirre— que tenemos informaciones acerca del terremoto de 1931 que
arrasó la ciudad. Mientras ésta estaba muriéndose, los marines norteamericanos,
que la “remataban” encendiendo el fuego, gritaban como si se tratase de una
victoria: «“¡Managua finish, Managua finish!”» (55), es decir Managua muerta.
De hecho, es la imagen de la putrefacción la que define la Managua posterremoto
de 1931: «El cadáver de una ciudad que se descompone junto a su fosa abierta»
(255). En 1972, se impondrá otra metáfora mortífera: la de las tinieblas.
23 de diciembre de 1972: otro sismo
devastador hunde a Managua en la oscuridad. Valiéndose de la intertextualidad,
Un sol sobre Managua se inspira en la obra de Pedro Joaquín Chamorro, Richter
7, para recordar lo que pareció ser la última noche de la ciudad, «una historia
de horror» (63):
Después de una monstruosa
convulsión de treinta segundos, Managua dejó de existir temporalmente. Las
horas y los días que siguieron a esa agonía brutal, la misma defunción de la
ciudad […] había desaparecido del mapa con tan espantosa celeridad. […] la
destrucción, el incendio, el pillaje, el éxodo y la muerte de Managua (63)."[5]
C. Managua como ciudad fantasma
6. Esta
historia hace de Managua una ciudad fantasma, cuyos hitos urbanos sirven para
referenciar calles sin nombre y direcciones sin números; muchas de las veces,
lo que reafirma lo que estamos diciendo, se evocan en las direcciones
referenciales que se crean para resolver la falta de organización urbana y de
mapa, dichos hitos dejaron de existir, por lo que es común el uso de la
expresión: "de donde fue";
7. Evidentemente,
esta desaparición paulatina de cualquier referencia urbana tiene que ver, más
aún que en las otras ciudades del país, con la pobreza generalizada: es decir,
vemos, en las calles o los centros comerciales, abrir y cerrarse negocios, lo
que explica que hasta franquicias internacionales como el Subway de Carretera
Masaya o la PizzaHut de Plaza Inter desaparecen igual que los negocios más
pequeños nacionales, una referencia urbana famosa siendo así en Managua "de donde fue la Vicky";
similarmente se derrumban o son destruidos de un gobierno a otro todas las
muestras patrimoniales o seudo-patrimoniales de la capital y las ciudades, así
en los departamentos vemos caer pedazos enteros de cuadras de la noche a la
mañana, en Masaya o Jinotepe, hasta en los mismos Parques Centrales, al igual
que en la capital, además del descuido de decenios hasta el antiguo Parque y la
Antigua Catedral, nunca restaurados, desaparecieron en el 2014 la Concha
Acústica y varios de los edificios que habían sobrevivido al terremoto de 1972;
anteriormente desapareció la Fuente Musical en uno de tantos pasajes de un
gobierno a otro;
8. La
falta de atención patrimonial y, simplemente, de estética general del panorama
urbano en la capital no sólo implica una falta de accesibilidad, para los
minusválidos, pero también para los peatones comunes, en particular por falta
de acera - problema que se reproduce en las ampliaciones urbanizadoras de
conurbación de los últimos años, el público no pidiendo lo que no está
acostumbrado a tener, lo que permite a CADUR ampliar el uso constructivo
vendible de varas cuadrados, al costo, eso sí de reproducir fuera del casco
urbano original, desformado según se nos dice por consecuencia del terremoto,
los mismos problemas, por auto-regeneración espontánea -, la falta de atención
patrimonial implica igualmente la construcción ex-abrupto de monumentos urbanos sin meta de correspondencia
estética con nada, figurativos sin respeto de la realidad visual más básica, como
en el caso del personaje cuyo pie se hunde anti-anatómicamente en las gradas
del monumento a Alexis Argüello, o de las ya desaparecidas y disproporcionadas
Gorda del Mercado Oriental y Sirena de otra rotonda, pero también, a la
inversa, con inumerables rotondas (creación del gobierno Alemán), adornadas
posteriormente con fuentes en sumo grado básicas como la de MetroCentro o con
representaciones abstractas indescriptibles porque privadas de todo sentido
alcanzable visualmente como las lenguas de la Rotonda del Periodista (realizadas
por el mismo arquitecto, Glen Small, que hizó la Concha Acústica y la Fuente de
la Rotonda Colón[6],
ahora sustituida por el Monumento a Hugo Chávez);
9.
Esta falta de legibilidad y también de
simple belleza provoca, sin duda, el desinterés para conservar los monumentos
capitalinos, que surgen como hongos, con un promedio de vida similar, y una
estética de las más sospechosas;
D.
Managua como modelo
10.
El conjunto de las anteriores
observaciones nos lleva a asemejar y entender el panorama urbano de nuestra
ciudad capital dentro de una lectura más general, de porque cuando revisamos
sus calles y su organización urbana, sus monumentos y edificios, nos encontramos
en una visualidad idéntica a la de otras capitales como Brazzaville en Congo,
tal como la describe Alain Mabanckou en su novela African Psycho (Paris, Le Serpent à Plumes, 2003), o Bangui en
CentroÀfrica; pues, es el arquetipo del Tercer Mundo, donde la estética visual
es sustituida por el imperio de la necesidad, no tanto de los necesitados, ya
que ellos no generan ni arquitectura ni monumentos, y tampoco deciden de la
creación de tal parque o de tal espacio público, sino de las clases
intelectuales y gobernantes, que modeliza una reproducción de la división
social real, ya que dicha oligarquía no necesita bienestar en sus propias
ciudades, siendo, como los dicen muy bien los chavistas a propósito de la
oposición, "apatrida" (el
dinero es, efectivamente, transnacional, la educación de sus hijos también, y
sus isletas en Granada son propiedad reservada con sus respectivos helicópteros);
dicho de otra forma, la ausencia de visualidad urbana nacional en países como
el nuestro revela la ausencia correlativa de una clase media económica capaz,
en sentido adquistivo, y por ende deseosa de bienestar y disfrute urbano;
11. La
ironía del caso es que, careciendo de elementos culturales (patrimoniales
conservados, museos, etc.), Managua llegó, como sin duda (por muestra la novela
citada de Mabanckou) las otras similares de otras países y continentes, a ser un
objeto encerrado en su propia simbología e imagenería de lo no construido, lo
inexistante, un perfecto ejemplo doble de cultura sin cultura, de objeto
cultural (en efecto, Managua, lo hemos dicho, es objeto de arte y literatura, y
sus paredes vacías, por serlo, han podido, en particular en los años 1980, llenarse
con murales y propaganda políticos, v. nuestro trabajo en el mismo sentido
sobre "Tipologías XXII: Forma y Color,
el color como representación macroestructural de la Forma") privado de
elemento cultural, un no lugar (pensemos sólo en el hecho de que, a diferencia
de cualquier capital normal, no existe ningún mapa consultable de Managua, para
el transeúnte, ni en las paradas y terminales de buses, ni en los hoteles, ni
en las librerías para comprar, en particular para los extranjeros, ya que todos
nuestros sucesivos gobiernos insisten en el turismo como fuente de ingreso);
así Managua es, a su manera, y bien puede verse como una ilustración irónica
del concepto kantiano del nada negativa (nihil
negativum).
12. En
fin, si Managua es vista por los extranjeros interrogados como la "ciudad de los rótulos" y, si
revisamos las Bienales, por sus pobladores nativos como escombros, a pesar de
las construcciones hechas (los Centros Comerciales a partir del de MetroCentro
en 1999, seguido por Galerías y Las Américas, los edificios nuevos como el
Pellas, Invercasa, Discover, o las urbanizaciones nuevas), aquello revela una
ausencia de discurso sobre ella.
[1]Datos obtenidos
gracias al Arq. Hermógenes García.
[2]Tres nombres
obtenidos igualmente gracias al Arq. H. García.
[3]http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Fonseca#Fundaci.C3.B3n_del_FSLN_y_la_guerrilla
[4]http://en.wikipedia.org/wiki/Managua,_Nicaragua_(song)
[5]Nathalie
Besse,"Un sol sobre Managua, de
Erick Aguirre o las mil y una muertes de una ciudad", http://erickaguirre.blogspot.com/2011/08/un-sol-sobre-managua-de-erick-aguirre-o.html
[6]http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=368169
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