viernes, 10 de abril de 2015




Aproximación al caso de Managua como fenómeno paradigmático del Tercer Mundo

Dr. Norbert-Bertrand Barbe

"De la naturaleza de las cantidades negativas se sigue que se han de calcular al reves de las positivas; quiero decir, que quando ocurra sumar una cantidad negativa con otra positiva, se ha de restar aquella de esta; porque si quiero sacar lo que suman las deudas de un hombre con su caudal, he de rebajar aquellas de este; si quiero restar una cantidad negativa de otra positiva, he de sumar aquella con esta; porque rebajar o quitar deudas a uno es aumentar su caudal , es darle dinero."
(Benito Bails, Principios de matemática de la Real academia de San Fernando, Madrid, En la imprenta de la viuda de Ibarra, 1788, T. I, pp. 16-17)

            Managua como capital permite modelizar una serie de conceptos que, rápidamente, queremos enumerar:

A. Managua como ciudad efímera
1.      Es una ciudad de lo efímero, su esencia parte de una serie de objetos urbanos construidos "para mientras", en distintas épocas: en 1968 las instalaciones de la UNAN, que debían dar lugar a una gran comunidad universitaria del tipo de la San Carlos de Guatemala, lo cuál nunca se dio; los hospitales, después del terremoto, Manolo Morales, Lenin Fonseca y Berta Calderón; finalmente, los pabellones de la UNI creados en los años 1980, cuando se trasladó[1];
2.      La razón probable de esta efimeridad volviéndose permanente, además de las causas obvias que son el terremoto de 1972 y la guerra, es sin duda que nunca Managua (fundada en 1819, mientras León y Granada fueron fundada en 1524) fue una capital como tal, es decir con historia capital, a diferencia de la mayoría de las grandes ciudades del mundo (de París, de origen medieval, a New York, punto a la vez de llegada y de partida de la conquista y el desarrollo estadounidense), Managua fue elegida tardíamente como capital, como un mal menor (en 1852), para evitar, sin embargo sin éxito, los pleitos entre conservadores y liberales, entre  granadinos y leoneses; disputa que siguió, bajo el amparo de la literatura, entre los postmodernistas leoneses, que son los Tres Grandes, discípulos del también leonés maestro Darío, y los vanguardistas granadinos, encabezados por José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra; esta situación de ciudad intermedia entre las grandes ciudades explica sin duda que la comunidad intelectual nacional se haya ubicado no en Managua, como ciudad capital, pero entre las dos ciudades enemigas, tanto en el tiempo de Zelaya, cuyos intelectuales más notables fueron los leoneses José Gaméz y Arán Sivia, y el masaya Jerónimo Pérez[2], hasta los años de los inicios de la lucha antisomocistas, ubicada en la comunidad universitaria de León, con el Rector de la Universidad Mariano Fiallos Gil y el fundador del FSLN Carlos Fonseca, que se casó en marzo de 1965 en León con María Haydée, cuya familia, disidente liberal, poseía la Editorial Antorcha[3]; esta condición de ciudad tercera se siente también a nivel arquitectónico en el hecho de que, mientras en esta capital sustituta se levantaron edificios efímeros que nunca lograron a ser sustituidos, en 1975 se edifica formalmente en León el Campus Médico;

B. Managua como ciudad del recuerdo
3.      Los dos terremotos de Managua, de 1931 y de 1972, particularmente este último, condicionaron sin duda, como ya lo evocamos, esta situación de efimeridad de la capital; así la canción de jazz "Managua, Nicaragua" (1946) por Albert Gamse (letra) y Irving Fields (música), mejor venta de enero (en la versión de Freddy Martin para RCA Victor Records), febrero (en la de Guy Lombardo para Decca Records) y marzo (en la de Kay Kyser para Columbia Records) de 1947, quedándose once semanas en el Hit Parade según el Billboard Magazine, canción que aparece en la película clásica The Third Man[4] (1949, Carol Reed), no representa sino una evocación de una ciudad pre-terremoto, dentro de un contexto de ocupación norteamericana; sin embargo, esta condición de ciudad desconstruida, permanente recordatorio de un tiempo pasado, y de posibilidades jamás reencontradas se expresa tanto en la literatura (en particular en la novela Un Sol sobre Managua de Erick Aguirre), como en las distintas Bienales de Artes Plásticas, en las que, de 2006 (con Maurica Mejía y Patricia Belli) hasta 2014 (con Alejandro de la Guerra, Milena García, Raúl Quintanilla, y Ernesto Salmerón), el uso y re-uso - para no decir el abuso - de los escombros como símbolo del tiempo pasado ha llegado a ser un lugar común, asombrosamente siempre premiado sin aparentemente que nunca canse a los jurados extranjeros  (sin duda porque corresponde a la impresión que les da la capital a los viajeros, por ende a los jurados, cuando llegan por primera vez);
4.      Por ende, Managua llega a ser una ciudad literaria, de vivencia idealizadas, desde Los cuentos pinoleros de Adolfo Calero Orozco, que ofrecen una visión de una Managua naciendo, todavía  como pequeña ciudad pueblerina, en 1944 (año de la publicación del libro por la editorial Nuevos Horizontes), hasta la Managua de Los monos de San Telmo de Lizandro Chávez Alfaro (publicado en La Habana en 1963, y que, este mismo año recibió el Premio Casa de las Américas de Cuba), muy similar a la actual, con sus buseros alocados, pero distinta en cuanto es una ciudad construida, centralizada, como la actual San José de Costa-Rica, los cuentos de Juan Aburto (en El convivio, 1975; Se alquilan cuartos, del mismo año; Los desaparecidos, 1981; y Prosa narrativa, 1985), que enfatizan aún en los años 1970 esta Managua dual, de pequeño pueblo queriendo llegar a ser una ciudad grande, para llegar a la Managua de las pandillas y el alboroto de las noches de fin de semana en Managua Salsa City (¡Devórame otra vez!) de 1999 (Premio Rogelio Sinán de Panamá) por el guatemalteco radicado en Nicaragua Franz Galich, novela por cierto cuyo guión es una variante de las películas norteamericanas de los años 1980, su héroe principal siendo un tipo de Rambo antiguo militar sobredotado; ya lo vemos, esta Managua se aleja bastante de la realidad desconstruida actual, evocada, por metonimia a través de las piedras sueltas, por la plástica nacional con tanta insistencia, sin duda también dentro de una ideología de masa relacionada con la figura-símbolo de Andrés Castro, la piedra representando en ambos casos (la gesta del héroe nacional y la evocación capital de la plástica nicaragüense) a la pobreza del país y sus habitantes de la principal urbe (otra influencia sin duda entre la plástica actual de la orientación falsamente arquitectónica, además de la profesión de arquitecto de sus principales representantes como Raúl Quintanilla o Marco Agudelo, es la introducción en los años 1990-2000 por Óscar Rivas, graduado de la FARQ-UNI, de temas de nuestra disciplina, como los sistemas de simbología eléctrica e hidráulica de los planos constructivos, o los ortofotomapas);
5.      En este contexto son más descriptivos tanto de una realidad que de la añoranza del pasado perdido los libros Vida y Amores de Alonso Palomino (1994) de Carlos Alemán Ocampo, historia de un provinciano llegando a la capital de antes del terremoto,  y Un Sol sobre Managua de Aguirre, donde:

"... dos jóvenes periodistas del diario La Noticia, Joaquín Medina y Carlos Vargas, evocan con otros personajes la Managua del pasado, la que existía antes de los terremotos devastadores de 1931 y 1972, la que resistió a la dictadura de Somoza que ordenó la masacre de la avenida Roosevelt en 1967 y el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro en 1978, la que creyó y dejó de creer en la revolución sandinista. Asimismo, discuten sobre poetas, ideas e ideologías, reflexionando acerca de la cultura nacional.
La imagen de Managua que se desprende de todas esas conversaciones es la de una ciudad destruida demasiadas veces, desintegrada geográfica e identitariamente, una ciudad por lo demás desencantada por convulsiones que no sólo fueron telúricas sino también políticas, una ciudad que parece haber sufrido mil y una muertes y de la que uno puede preguntarse si sigue viva. En esa novela memorial, que bien podría titularse «Hacia la ciudad recobrada», Erick Aguirre sale en busca de Managua, del managua, de su identidad perdida, procurando reconstruir, por encima de las ruinas, un espacio de vida.
Entre terremotos y caos: una ciudad desintegrada
Un sol sobre Managua describe una ciudad que parece ya no existir, una ciudad destruida y vuelta a destruir, como si la geografía y la Historia se hubiesen encarnizado en Managua. Una geografía inhóspita, de «crueles y sórdidos paisajes» (31), la rodea y la constituye, sea ese «lago fecal» (255), que asocia un elemento tan purificador y fértil como el agua con lo sucio y malsano; sea el altivo y grandioso volcán Momotombo, « protagonista y testigo de seculares desgracias, de éxodos y cataclismos…» (31), lo cual hace eco a la frase «se repiten infinitamente las guerras, los terremotos, las erupciones volcánicas» (18), como si la muerte y la desgracia en Managua fuesen ley de Historia.
Es mediante la memoria de don Evenor Salinas, abuelo de Vargas —siendo este último una suerte de alter ego de Erick Aguirre— que tenemos informaciones acerca del terremoto de 1931 que arrasó la ciudad. Mientras ésta estaba muriéndose, los marines norteamericanos, que la “remataban” encendiendo el fuego, gritaban como si se tratase de una victoria: «“¡Managua finish, Managua finish!”» (55), es decir Managua muerta. De hecho, es la imagen de la putrefacción la que define la Managua posterremoto de 1931: «El cadáver de una ciudad que se descompone junto a su fosa abierta» (255). En 1972, se impondrá otra metáfora mortífera: la de las tinieblas.
23 de diciembre de 1972: otro sismo devastador hunde a Managua en la oscuridad. Valiéndose de la intertextualidad, Un sol sobre Managua se inspira en la obra de Pedro Joaquín Chamorro, Richter 7, para recordar lo que pareció ser la última noche de la ciudad, «una historia de horror» (63):
Después de una monstruosa convulsión de treinta segundos, Managua dejó de existir temporalmente. Las horas y los días que siguieron a esa agonía brutal, la misma defunción de la ciudad […] había desaparecido del mapa con tan espantosa celeridad. […] la destrucción, el incendio, el pillaje, el éxodo y la muerte de Managua (63)."[5]

C. Managua como ciudad fantasma
6.      Esta historia hace de Managua una ciudad fantasma, cuyos hitos urbanos sirven para referenciar calles sin nombre y direcciones sin números; muchas de las veces, lo que reafirma lo que estamos diciendo, se evocan en las direcciones referenciales que se crean para resolver la falta de organización urbana y de mapa, dichos hitos dejaron de existir, por lo que es común el uso de la expresión: "de donde fue";
7.      Evidentemente, esta desaparición paulatina de cualquier referencia urbana tiene que ver, más aún que en las otras ciudades del país, con la pobreza generalizada: es decir, vemos, en las calles o los centros comerciales, abrir y cerrarse negocios, lo que explica que hasta franquicias internacionales como el Subway de Carretera Masaya o la PizzaHut de Plaza Inter desaparecen igual que los negocios más pequeños nacionales, una referencia urbana famosa siendo así en Managua "de donde fue la Vicky"; similarmente se derrumban o son destruidos de un gobierno a otro todas las muestras patrimoniales o seudo-patrimoniales de la capital y las ciudades, así en los departamentos vemos caer pedazos enteros de cuadras de la noche a la mañana, en Masaya o Jinotepe, hasta en los mismos Parques Centrales, al igual que en la capital, además del descuido de decenios hasta el antiguo Parque y la Antigua Catedral, nunca restaurados, desaparecieron en el 2014 la Concha Acústica y varios de los edificios que habían sobrevivido al terremoto de 1972; anteriormente desapareció la Fuente Musical en uno de tantos pasajes de un gobierno a otro;
8.      La falta de atención patrimonial y, simplemente, de estética general del panorama urbano en la capital no sólo implica una falta de accesibilidad, para los minusválidos, pero también para los peatones comunes, en particular por falta de acera - problema que se reproduce en las ampliaciones urbanizadoras de conurbación de los últimos años, el público no pidiendo lo que no está acostumbrado a tener, lo que permite a CADUR ampliar el uso constructivo vendible de varas cuadrados, al costo, eso sí de reproducir fuera del casco urbano original, desformado según se nos dice por consecuencia del terremoto, los mismos problemas, por auto-regeneración espontánea -, la falta de atención patrimonial implica igualmente la construcción ex-abrupto de monumentos urbanos sin meta de correspondencia estética con nada, figurativos sin respeto de la realidad visual más básica, como en el caso del personaje cuyo pie se hunde anti-anatómicamente en las gradas del monumento a Alexis Argüello, o de las ya desaparecidas y disproporcionadas Gorda del Mercado Oriental y Sirena de otra rotonda, pero también, a la inversa, con inumerables rotondas (creación del gobierno Alemán), adornadas posteriormente con fuentes en sumo grado básicas como la de MetroCentro o con representaciones abstractas indescriptibles porque privadas de todo sentido alcanzable visualmente como las lenguas de la Rotonda del Periodista (realizadas por el mismo arquitecto, Glen Small, que hizó la Concha Acústica y la Fuente de la Rotonda Colón[6], ahora sustituida por el Monumento a Hugo Chávez);
9.      Esta falta de legibilidad y también de simple belleza provoca, sin duda, el desinterés para conservar los monumentos capitalinos, que surgen como hongos, con un promedio de vida similar, y una estética de las más sospechosas;

D. Managua como modelo
10.  El conjunto de las anteriores observaciones nos lleva a asemejar y entender el panorama urbano de nuestra ciudad capital dentro de una lectura más general, de porque cuando revisamos sus calles y su organización urbana, sus monumentos y edificios, nos encontramos en una visualidad idéntica a la de otras capitales como Brazzaville en Congo, tal como la describe Alain Mabanckou en su novela African Psycho (Paris, Le Serpent à Plumes, 2003), o Bangui en CentroÀfrica; pues, es el arquetipo del Tercer Mundo, donde la estética visual es sustituida por el imperio de la necesidad, no tanto de los necesitados, ya que ellos no generan ni arquitectura ni monumentos, y tampoco deciden de la creación de tal parque o de tal espacio público, sino de las clases intelectuales y gobernantes, que modeliza una reproducción de la división social real, ya que dicha oligarquía no necesita bienestar en sus propias ciudades, siendo, como los dicen muy bien los chavistas a propósito de la oposición, "apatrida" (el dinero es, efectivamente, transnacional, la educación de sus hijos también, y sus isletas en Granada son propiedad reservada con sus respectivos helicópteros); dicho de otra forma, la ausencia de visualidad urbana nacional en países como el nuestro revela la ausencia correlativa de una clase media económica capaz, en sentido adquistivo, y por ende deseosa de bienestar y disfrute urbano;
11.  La ironía del caso es que, careciendo de elementos culturales (patrimoniales conservados, museos, etc.), Managua llegó, como sin duda (por muestra la novela citada de Mabanckou) las otras similares de otras países y continentes, a ser un objeto encerrado en su propia simbología e imagenería de lo no construido, lo inexistante, un perfecto ejemplo doble de cultura sin cultura, de objeto cultural (en efecto, Managua, lo hemos dicho, es objeto de arte y literatura, y sus paredes vacías, por serlo, han podido, en particular en los años 1980, llenarse con murales y propaganda políticos, v. nuestro trabajo en el mismo sentido sobre "Tipologías XXII: Forma y Color, el color como representación macroestructural de la Forma") privado de elemento cultural, un no lugar (pensemos sólo en el hecho de que, a diferencia de cualquier capital normal, no existe ningún mapa consultable de Managua, para el transeúnte, ni en las paradas y terminales de buses, ni en los hoteles, ni en las librerías para comprar, en particular para los extranjeros, ya que todos nuestros sucesivos gobiernos insisten en el turismo como fuente de ingreso); así Managua es, a su manera, y bien puede verse como una ilustración irónica del concepto kantiano del nada negativa (nihil negativum).
12.  En fin, si Managua es vista por los extranjeros interrogados como la "ciudad de los rótulos" y, si revisamos las Bienales, por sus pobladores nativos como escombros, a pesar de las construcciones hechas (los Centros Comerciales a partir del de MetroCentro en 1999, seguido por Galerías y Las Américas, los edificios nuevos como el Pellas, Invercasa, Discover, o las urbanizaciones nuevas), aquello revela una ausencia de discurso sobre ella.




























[1]Datos obtenidos gracias al Arq. Hermógenes García.
[2]Tres nombres obtenidos igualmente gracias al Arq. H. García.
[3]http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Fonseca#Fundaci.C3.B3n_del_FSLN_y_la_guerrilla
[4]http://en.wikipedia.org/wiki/Managua,_Nicaragua_(song)
[5]Nathalie Besse,"Un sol sobre Managua, de Erick Aguirre o las mil y una muertes de una ciudad", http://erickaguirre.blogspot.com/2011/08/un-sol-sobre-managua-de-erick-aguirre-o.html
[6]http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=368169